NO ME GUSTA...
No me gustan los aeropuertos, me ponen ansiosa y me siento
expuesta y siempre inadecuada.
No me gustan los muebles de vidrio, me resultan fríos,
pretenciosos, incómodos y carentes de estilo.
No me gustan las comidas demasiado saldas, o demasiado
dulces, o excesivamente condimentadas; le quitan su esencia a las materias
primas.
No me gusta la gente egocéntrica que tiene necesidad de
hablar de sí misma como si fuera tan importante.
No me gusta el dorado, en términos generales me parece un
color de mal gusto y pretencioso.
No me gusta nada que sea pretencioso ni solemne, son dos
cualidades que detesto profundamente.
No me gusta tener restricciones alimenticias, cada vez que
tengo que exponer una de ellas o todas las intolerancias que tengo, me
avergüenzo de mí.
No me gusta tener prejuicios, es un mal invisible que me
distancia de conocer y comprender.
No me gustan los juegos de consola como la PlayStation, me
resultan estúpidos como patear piedras en un camino empedrado.
No me gusta atravesar caminos de cornisa en coche, siento la
inminencia de la tragedia como un nudo en la garganta.
No me gustan las películas de terror, no puedo entender
porque alguien elige voluntariamente infringiese ese tipo de pasiva
auto-tortura.
No me gustan los gusanos de ningún tipo, me parecen los
seres más repugnantes del plantea y preferiría que me peguen antes que tragarme
uno.
No me gustan los perros mínimos, como los chihuahuas o los
caniche toy, o todo tipo de razas que están más cerca del tamaño de una rata
que de un perro verdadero.
No me gustan los hombres que pasan más tiempo que yo
arreglándose antes de salir a una fiesta o a cenar.
No me gusta que me traten mal gratuitamente, como cuando vas
por la calle y alguien te golpea al pasar y ni se gira para ver quién eras y
qué te pasó.
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